Yoel Eduardo le cuenta a
Gonza lo que pasó. Gonza se lo quiere comer crudo, le dice que el ganado no se
junta y Yoel Eduardo le salta, le dice que a sus chicas no les puede decir
ganado y le corta.
El Jefe de Yoel Eduardo
le toca la espalda, le va a decir que no puede hablar por teléfono en mitad de
la obra de El Joven Proletario, pero no le puede decir nada porque Yoel
Eduardo, sacado como nunca, le pega una trompada, da un paso atrás, se lleva puesto
el reflector y la luz del seguidor hace un semigiro, deja de apuntar al
escenario y enfoca, arriba, al Jefe de Yoel Eduardo con la nariz rota,
sangrante. Los cinco expectadores de la segunda función, entendiendo que esto
es parte de la obra, empiezan a aplaudir rabiosamente y gritar Revolución. El
actor principal, como dictan los maestros de teatro, sigue atado al texto, el de
la escena del monólogo del proletariado reflexivo. El actor secundario, no
tiene letra, zafa. En cambio, la actriz de recontra reparto, amante del Jefe de
Yoel Eduardo, se larga a llorar, salta del escenario y va corriendo al
encuentro de su amante herido.
Yoel Eduardo aprovecha
el alboroto para irse. Tiene cosas más importantes que hacer. Llega a la puerta
del teatro y, amparado por el bullicio marquesinesco de Av. Corrientes,
enciende el WhatsApp.
Yoel Eduardo: chicas no
me armen quilombo. Ok? (carita de enojado)
Karina Jelinek: Jue eya
(carita triste)
Jessica Cirio: Marcelo
Tinelli sabe todo, también Martincho y su gente.
Karina Jelinek: Yo no sé
nada de nada, po qué me tratá así
Jessica Cirio: Van por
vos, van por todo
Yoel Eduardo: tengo un
proyecto para ustedes.
Karina Jelinek: (carita
llorando)
Jessica Cirio: van a ir
todos en cana! Martincho les va a mandar a la policía.
Yoel Eduardo: Estoy
full con la obra, después las llamo. Besitos
Yoel Eduardo desactiva el Grupo de WhatsApp. El destello cegador
de la luz de un patrullero le corta la respiración. Está por volver al teatro, pero
desiste. El quilombo lo rodea. Tiene que huir. La panza le cruje. El cuerpo desde
lo más primario le tira una soga, una especie de perdida. Yoel Eduardo responde,
pone proa al Sur, cruza Avenida Corrientes y emprende viaje hasta Pepito. Un plato
de fideos con pesto y una jarra de vino tinto casero lo esperan.