martes, 8 de abril de 2014

Ingrid Grudke y Yoel Eduardo, inicio de una relación. Te tiro una perdida. Cibersodio 35


Yoel Eduardo, para el amor anda por un solo andarivel, pero para asesorarse en cuestiones de amor, juega a dos puntas: Gonza y Nolo Meza. Gonza hizo lo suyo, trajo mágicamente a Ingrid Grudke a su mundo (incluido el teléfono, dentro del listado de 194 contactos). No le puede pedir más. Entonces, va por Nolo Meza. El ex compañero de telemarketing de Banco Santander (actual gerente de telemarketing del mismo banco) recibe una perdida de Yoel Eduardo y le devuelve el llamado.
Yoel Eduardo no lo deja hablar, dice una oración pegada a la otra (porque son todas melosas) y, en cada una, incluye a Ingrid Grudke.
Nolo Meza lo frena, porque sabe cómo encarar a un tipo por teléfono y sacarle lo que quiere. Le advierte que él hizo un curso venta para minorías étnicas y le advierte que abordar a una descendiente de alemanes que te habla en guaraní no es tarea sencilla. Le sugiere aplicar una táctica de aproximación amistosa, le cuenta que así hacían los Jesuitas con los aborígenes en la película La Misión (y no le recomienda verla para no desmotivarlo con el final en caída libre en la Garganta del Diablo).
Yoel Eduardo corta. No puede demorar la acción, la sala del teatro se está vaciando y se sale de la vaina:
Yoel Eduardo: Hola, vi La Misión y no puedo dejar de pensar en Misiones
Ingrid Grudke: Hermosa
Yoel Eduardo: Garganta del diablo (carita de diablo)
Ingrid Grudke: Claro
Yoel Eduardo: Tierra de Jesuitas como Francisco.
Ingrid Grudke: Si
Yoel Eduardo: Pioneros de alma pura
Ingrid Grudke: Si
Yoel Eduardo: Esa tierra solo puede parir BELLEZAS de ALTURA
Ingrid Grudke: Si
Yoel Eduardo: Hablame de tu tierra
Ingrid Grudke: Ahora no puedo
Yoel Eduardo: Hacemos unos mates en la Plaza de Tribunales, estoy a tres cuadras, llego en un pedo (pulgar para arriba)

Ingrid Grudke se desconecta. Yoel Eduardo cree que hizo la mejor preparación de terreno de su vida, el abordaje deseado para alunizar, montado a su deseo. Imagina a Ingrid Grudke cargando la pava con agua, no perdiendo un segundo, preparando el matero para compartir esos mates con los que, está convencido, van a iluminar de verdor la medianoche porteña.