Yoel Eduardo pasó una noche como hacía mucho no
pasaba. Durmió diez horas en paz. Se siente tierno y rechonchón como bebito
recién amamantado. No recuerda si soñó algo, tampoco le interesa. Su presente
no es de sueños, sino de vida concreta. La aparición de Marcela Kloosterboer en
su vida le devolvió el eje a la Tierra, se siente centrado. Y pasa eso, el amor
llega, una mujer te contiene y empezás a hacer todo mucho mejor. El trabajo da
cuenta de esta máxima, el jefe de Yoel Eduardo, lo acaba de felicitar por la
posición de sus manos sobre el seguidor. Y esto no es poco, en el mundo del
teatro no existe la felicitación, todo es presión y tirar mierda, entonces,
esta actitud del superior para con el asistente de iluminación, ¡la pucha!, no
es poco. Yoel Eduardo se agranda, cree que el gesto lo blinda para hacer alguna
cosita no habilitada y elige que esa cosita sea whatssapear a su amada antes de que empiece la primera
función.
Yoel Eduardo: Brilla tu pelo (flor)
Marcela Kloosterboer: Hola, estaba esperándote
Yoel Eduardo: Apago la luz y seguís encendida
Marcela Kloosterboer: Ja! Viste la publicidad de
Panten?
Yoel Eduardo: Sos un sol de noche (carita
sonriendo)
Marcela Kloosterboer: ¡Qué chamuyo esa publicidad!
Ahí no hay esencia. Y vos, sos lo más, siempre tan pila
Yoel Eduardo: Para enfocar, pila y rollo (pulgar
en alto)
Marcela Kloosterboer: Cuando ví tu mensaje me
quedé helada.
Yoel Eduardo: Como una foto (carita con guiñe de
ojo)
Marcela Kloosterboer: Si, si, todavía tengo la
foto.
Yoel Eduardo: (pulgar para arriba) Disculpá, está
por empezar.
Marcela Kloosterboer: Andá, es re groso lo que
hacés, te admiro.
Yoel Eduardo: (manito de saludo)
Se desconecta. Está descolocado. ¿Puede ser que
Marcela Kloosterboer sea una fanática de él? ¿Qué ella sepa de su prometedora
carrera actoral y su fugaz paso laboral como asistente de iluminación del
teatro? ¿Lo estará confundiendo con otro? ¿Ella se está divirtiendo a costa de
su ilusión? ¿Será que llegó el momento, el amor soñado?
Yoel Eduardo establece el récord de elaboración de
preguntas de su vida. Y ese estado de duda fue el que lo llevó a cortar
abruptamente la charla. La duda, bien sabe, agrieta el cuerpo para que, por
esas hendijas, broten los fantasmas.