miércoles, 19 de marzo de 2014

Isabel Macedo y un whatsappeador precoz - Te tiro una perdida episodio 24

Yoel Eduardo debería aguantar a que terminen las dos funciones, pero no puede, hoy está en whatsappeador precoz, la punta del pulgar derecho no contiene las ganas de mensajear. El Jefe lo mira desde la cabina y él hace que acomoda el seguidor, se muestra de lo más preocupado en los filamentos del foco que, en plena función, debe encandilar al actor principal. Pero la mano se va del reflector, busca el celu. Yoel Eduardo nota que no va a aguantar, necesita ir a un lugar donde nadie lo vea y soltar su energía contenida. Hace señas y sale apurado, como haciéndose encima, actuando con una solvencia y convencimiento propio del gran momento actoral que vive.
Una vez adentro del baño, se encierra en uno de los gabinetes, cierra la puerta, la traba y se sienta sobre la tapa de un inodoro. Saca el celular del bolsillo del pantalón, lo percibe caliente. Conecta el WhatsApp
Yoel Eduardo: Te entiendo, siempre te entendí y te entenderé.
Isabel Macedo: (pulgar para arriba)
Yoel Eduardo: Me re cabió tu cortada de rostro (carita con sonrisa). Si agarrabas de una dabas a trola. La tenés re-clara (Flor)
Isabel Macedo: (manito de saludo)
Yoel Eduardo: Cuidás tu territorio como una leona.
Isabel Macedo: (manito de saludo manito de saludo)
Yoel Eduardo: Y el pelo se te pone freezé-locurita cuando un león anda cerca (carita de león) Dan ganas de hacer nido con vos, sos una fiera, nadie te va a tocar el culo en este ambiente de mierda en el que laburamos.
Isabel Macedo: (manito de saludo manito de saludo manito de saludo manito de saludo)
Yoel Eduardo: Sorry, la seguimos mañana, están por dar sala (carita con guiñada de ojo)
Yoel Eduardo se desconecta, ya tuvo suficiente y bien; experimentó un contacto con una mujer que lo hizo fluir, eso no es poco porque (piensa) hoy en día conocer a alguien con quién se pueda hablar, decir lo que se siente y piensa con absoluta libertad, no es moneda corriente, más bien es un recurso escaso. Sabe que Isabel Macedo es el campo fértil donde sembrar sus palabras y recontra recoger los frutos.

Sube las escaleras, el murmullo de una sala a medio llenar lo espera, está por comenzar la segunda función de la obra más importante del teatro y él va a manejar el seguidor, bañado por el aura el optimismo, con ese plus que lo diferencia de cualquier iluminador de Avenida Corrientes porque él es un señor actor y donde pone la luz produce actuación.