El teléfono de Dolores
Fonzi está dentro del listado de ciento noventa y cuatro contactos que le pasó
Gonza. Yoel Eduardo está convencido de que ella es la actriz de sus amores, la
que lo llevará a la fama como no lo hizo la China Suárez. Este es su momento.
Los dedos tiemblan, pero activan el WhatsApp. Eso sí, no todo lo hacen bien, algo
toca, no sabe qué, pero el teclado se pone en predeterminado y al escribir en
el mensaje Dol le sale “Dólares”. Por suerte se da cuenta, cambia el modo de
teclado y vuelve a escribir:
Yoel Eduardo: Dolo, q
contás?
Dolores Fonzi: Todo
bien, xo no te ubico
Yoel Eduardo: Fumada,
te pegó el stress!!!! JA! (carita con sonrisa)
Dolores Fonzi: ??????
Yoel Eduardo: Te doy
una pista, nos conocemos de lo de Pato Palmer
Dolores Fonzi: Patricia
Palmer?
Yoel Eudardo: Comedia
musical (pulgar para arriba)
Dolores Fonzi: No me
acuerdo
Yoel Eduardo: Pato
Palmer, joda pura (carita con guiñe de ojo)
Dolores Fonzi: Estoy en
una reunión
Yoel Eduardo: Yo
también, pasado de proyectos (carita de transpirado) Después te cuento, tengo
laburo para vos, no te pongas ansiosita (carita con guiñada de ojo)
Dolores Fonzi: (manito
de saludo)
Yoel Eduardo: (manito de
saludo. Una flor)
Yoel Eduardo sale del
WhatsApp. Se muere de ganas de llamar a Gonza, pero va a aguantar. Sobre todo
porque el empleado de seguridad del teatro, con las llaves en la mano, lo mira
como diciendo, dejate de pelotudear con el celular y andá a dormir a tu casa.
Yoel Eduardo, hábil
reconocedor de las señales, no necesita que le hablen. Su percepción es
refinada, sabe dónde tiene que estar y qué hacer. Por eso, sale del teatro y se
mete en las veredas de Avenida Corrientes. Bien entrada la noche, con las
marquesinas apagando todo intento de destello de las estrellas, Yoel Eduardo se
sueña en el camino de la fama, del brazo de Dolores Fonzi.