lunes, 10 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 0

Yoel Eduardo es actor y cree en las señales, en las buenas y en las malas. Hace dos semanas entró a trabajar en un Teatro de Avenida Corrientes. Es asistente de iluminación. Tan solo el haz de una lámpara lo separa del escenario. Yoel Eduardo, aferrado a un seguidor, escucha todo; antes, durante y después de las funciones. Como es bueno en lo suyo, hace creer que está ocupado en los ajustes del reflector, entonces, los actores hablan como si él no fuera un ser formado para interpretar el código de los operarios del drama. Hace minutos, nomás, el actor principal le dijo al de reemplazo “para hacerte conocido, tenés que engancharte con una actriz muuuy famosa y que esté reee-fuerte”. Yoel Eduardo sabe que acaba de recibir una señal, de las buenas. Ahí mismo, sin dejar de mostrarse ocupado en el reflector, googlea en el celular los números de teléfono de Scarlett Johanson, Natalie Portman, Megan Fox. Yoel Eduardo no las va a llamar. Lo del él es el WhatsApp, porque maneja el código, porque tiene códigos y, sabe que, a las palabras de la boca se lleva el viento. Poco (si se considera que cuarenta y ocho minutos no es demasiado tiempo) tarda en entender que googlear el teléfono de un famoso es una tarea ciclópea.

Dan sala para el inicio de la obra, el murmullo y los pasos barren el silencio con la impronta asesina de un tsunami. Yoel Eduardo refunfuña, el barullo no lo deja pensar. Se abraza al reflector apagado. El metal frío le ilumina los pensamientos, recuerda que Gonza, un compañero del club trabaja en una empresa de Relaciones Públicas y, más de una vez, en el vestuario, alardeó mostrando en la pantallita los números de Celeste Cid, Araceli González, La China Suarez. Yoel Eduardo cambia la cara, la sala oscurece. La luz del reflector, que ahueca el espacio y recorta un pedacito del escenario, es espejo de su alma.