domingo, 19 de febrero de 2012

¡Gerónimo! - Apertura que escribí para Nobleza obliga - Radio América


Un comando paracaidistas Aliado impone en sus caídas libres el grito de “Gerónimoooo” y de ahí en más lo popularizan en las Industrias de la Guerra y del Cine Norteamericano, que es casi lo mismo.
El tipo, el que se llamaba como el grito que esos soldados aplican cada vez que se lanzan al vacío (aclaro: al vacío que dejan la suelas de sus botas sobre la tierra donde aterrizan) está re-contra muerto y no era del bando de estos paracaidistas.
Los soldados toman su grito para aplacar el miedo, para que el Cacique (en ropa de ánima) no se les reaparezca, porque en la herencia genética de cada militar norteamericano viene grabado el temor que les infundió este hombre, que traía por arma letal su amor incondicional a la tierra y su historia.
Y los atemoriza tanto que un día, una secta de la universidad de Yale (dedicada a fabricar próceres del molde de los Bush) decide, en sesión oculta, que deben excavar en la tumba del Cacique y capturar su calavera. Creen que, así, controlarán, por la eternidad al temerario aborigen y que su proyecto de Nación (replicada en filiales por todo el mundo) no tendrá frenos.
No solo lo hacen, lo celebran públicamente, se regodean del operativo comando que, una noche, saca de entre los terrones de un cementerio sagrado la calavera, algunos huesitos y el látigo de plata de Gerónimo.
Debajo de la tierra queda el esqueleto decapitado.
Sobre la tierra los futuros próceres de barro, en reunión secreta de la secta, se emborrachan y juegan a pasarse el cráneo como si se tratase de una pelota.
Mientras, mezclado con la tierra de América del Norte, las almas de Gerónimo y sus valientes aborígenes, se preparan para dar al progreso devastador la batalla final.
Gerónimo, el cacique Apache, murió un 17 de febrero de 1909.