sábado, 5 de noviembre de 2011

Lola Flores - lo escribí para Radio América AM 1190











Imaginate a la menor de tres hermanos, que desde la panza escucha música. Esa chica, abre los ojos y su mundo es una casa donde el flamenco corre de día y de noche.

La veo jugando a las escondidas, meterse adentro de un cajón peruano y su hermano, el del medio, dos años mayor que ella, que la descubre y tamborillea sobre la madera para aturdirla. La veo salir disparada, meterse detrás de un jarrón, y la casa, llena de parientes y amigos, y convertida en un gran tablao, no deja de sacar música.

“Vida de gitanos”, dicen los vecinos frunciendo la nariz.

Y en la casa de esta niña se sabe que se crece con más y más creación, más y más gente. La música y los amigos no dejan de multiplicarse porque hay una especie de faro que llama, aglutina: la mamá. Hacete un poco a la idea: dos, tres, cuatro guitarras, el cajón peruano, más los golpes de las palmas y los cantos, esos que los vecinos llaman grito. Es que ellos no saben que el flamenco habla desde la herida de su pueblo.

Volvamos a la menor de esos tres hermanos. Entre juerga y juerga, llega la adolescencia. Los juegos de niño deben dejarse y la angustia crece. Un día, como jugando, la menor canta y el hermano del medio la sigue en la guitarra: por, rock y baladas se mezclan con los flamencos. Nada los detiene.

Él escribe y compone, ella canta. Los dos salen de la casa, se hacen famosos, graban en total dos discos, así, como jugando.

Pero un día, la mamá, el faro del clan que marcaba el espacio ilimitado de la creación y la amistad, muere.

El dolor cala a cada uno en sintonía con su nivel de intensidad y es al hermano del medio a quien hiere mortalmente. Dos semanas después del fallecimiento de su madre, él, como si viera en el cielo la luz rectora, ese faro, llamándolo, también muere.

La menor se siente desamparada, sola.

Y en el momento más terrible de su vida, se agiganta porque en la casa la música seguía sonando, los amigos y parientes nunca sacaron las manos de los instrumentos, ni los cantos dejaron de hacer eso tan bello, que a los vecinos le suena a grito, y que los gitanos sienten como herida: el flamenco.

La menor, la que hoy cumple años, es Rosario Flores. Su mamá, la mítica es Lola Flores (La Faraona) y su hermano, el talentoso Antonio Flores.

Ella, tiempo después, les rindió homenajes fuertes, con el sello de la creación: tuvo un hijo el día del nacimiento de su madre y lo llamó Antonio, el nombre de su hermano.

Y, para su hermano, Antonio, compuso la canción “Que bonito”.

http://www.youtube.com/watch?v=qx7zYxloXm8